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Nuestra inteligencia no es para nada artificial
Montero Language Services
La IA posee grandes conocimientos, pero ¿realmente podría decirse que es inteligente?
Las herramientas alimentadas por IA están cada vez más a la orden del día. Muchas personas creen que se trata de una auténtica revolución. Mientras que otras no lo ven tan claro por las limitaciones que lleva aparejadas. ¿Acaso existe miedo al progreso o es que la tecnología, por más que avance, nunca conseguirá ser 100 % infalible?
Una cosa es cierta: las herramientas de traducción con IA han experimentado una mejora increíble. Y es que son capaces de traducir textos sencillos y ahorrar una gran cantidad de tiempo. Eso sí, no son igual de eficaces en todos los contextos, sobre todo en ámbitos de especialidad, como la traducción jurídica.
La forma en que los proveedores promocionan sus soluciones de IA resulta problemática. A menudo, dan la impresión de que la IA sabe hacer de todo. Pero nada más lejos de la realidad. En Montero Language Services, sabemos que la inteligencia artificial en el sector de la traducción y la interpretación no sirve para manejar los idiomas de forma totalmente autónoma, sino que más bien constituye un recurso para trabajar con ellos con mayor eficiencia.
Por ejemplo, los motores de traducción automática como DeepL o Google Translate manejan textos generales y frecuentemente aciertan con sus conversiones a otros idiomas sin dificultad. Están entrenados para analizar palabras e identificar sus correspondencias en otras lenguas. Sin embargo, a la hora de abordar áreas más complejas, estos motores aún dejan que desear. ¿Por qué? Porque no comprenden el texto escrito ni usan el idioma para comunicar una idea.
En el contexto de la traducción legal, por ejemplo, los motores de traducción automática presentan limitaciones. Por ello, únicamente pueden considerarse una parte del abanico de herramientas a disposición de los juristas lingüistas en su día a día. Para poder traducir textos legales, el conocimiento del derecho comparado es crucial, ya que ayuda a identificar tanto los puntos en común como las diferencias entre sistemas jurídicos. La inteligencia artificial no alberga la inteligencia humana necesaria para interpretar el idioma de origen y usar semejante lenguaje legal en el idioma de destino.
A la IA aún le queda mucho camino en ese sentido. Si bien es cierto que en la actualidad muchas plataformas de tecnología legal incluyen funciones básicas de traducción automática, para poder desenvolverse profesionalmente a nivel de los matices interjurisdiccionales, todavía les queda margen de mejora. En este momento, dichas traducciones automáticas requieren una labor de revisión humana. Sin ella, la calidad de esas traducciones puede resultar insuficiente, lo que puede dar lugar a consecuencias nada desdeñables.
En LinkedIn abundan anécdotas sobre traducciones jurídicas realizadas por IA cuyos errores han salido caros. Pero en Montero Language Services nos parece aún más preocupante que muchas empresas de IA no siempre señalan estas limitaciones de forma clara. Esta falta de transparencia puede generar una falsa sensación de seguridad y, en última instancia, empobrecer la calidad final.
En nuestra empresa, hacemos bandera de la tecnología y reconocemos el potencial de la IA. Pero ello no nos impide saber en todo momento hasta dónde llegan sus límites. La IA no es una varita mágica, sino una herramienta más en nuestra cartera de soluciones.
Desde nuestra experiencia a la vanguardia de los avances tecnológicos en materia de traducción, lo más importante es hallar el término medio. No hay nada de malo en emplear la IA en aquellas áreas en que sea capaz de aportar valor. Pero, para ello, hay que tener claro qué puede hacer la IA y qué no. Nuestros clientes merecen saber el verdadero alcance de la tecnología y en qué punto se vuelve necesaria la intervención humana. Estamos deseando compartir nuestras conclusiones con otros socios de la Cámara Franco-Española de Comercio e Industria.